miércoles, 19 de diciembre de 2012
La Acròlis de Atenas
Durante el siglo V a.C. se construirán algunos de los edificios más monumentales de Grecia, en los que se vuelca todo el esplendor del período. El centro fundamental va a ser Atenas ya que la victoria de los atenienses sobre los persas supondrá para la ciudad enriquecimiento y euforia, acentuada además por la importancia de sus políticos (Pericles o Temístocles) y de sus artistas (Calícrates, Ictino o Fidias). El apogeo artístico de este período se concretará en las obras que impulsará Pericles en la ACRÓPOLIS DE ATENAS: era el centro sagrado de la ciudad, situado sobre una colina calcárea en forma de plataforma alargada; allí se elevaban los templos consagrados a Atenea, la diosa protectora de Atenas. La población de Atenas vivía en la llanura que rodeaba a esa colina sagrada. La topografía era compleja, con pendientes y acantilados que serán integrados armoniosamente en el conjunto. Como edificios más importantes podemos destacar:
- Los propileos, o puertas monumentales de entrada.
- A los lados, la pinacoteca y la biblioteca.
- A continuación se halla el templo de la Victoria Aptera o Atenea Nike.
- Arriba, en el centro, está el Partenón .
- A la izquierda, el Erecteion.
Cleobis y Bitón
Es el nombre de un grupo escultórico, en mármol, de dos figuras masculinas desnudas; atribuido (por una inscripción en ambas bases, que comienza en la de la figura de la izquierda y termina en la de la figura de la derecha) al escultor Polimedes de Argos. Se localizan temporalmente hacia el año 600 a. C.
Por el testimonio que recoge Heródoto se sabe que se realizaron por encargo de la ciudad de Argos para el Santuario de Delfos, donde su historia era divulgada como un ejemplo moral, de vida virtuosa y plena a pesar de una muerte joven, que no había que considerar como algo negativo, sino como el mayor premio que pueden conceder los dioses (así lo explicó el sabio Solón al rey Creso).
Pertenecen al estilo arcaico, con un aspecto más musculoso, tosco y primitivo que otros kuroi. Tales rasgos se identifican como propios de la Argólide frente a la escultura del Ática o de Jonia.3 Las características formales que comparten con otras esculturas del periodo son: la representación de los brazos pegados al cuerpo, en una pose de gran frontalidad, simetría y hieratismo, la simplifación de la anatomía, donde destacan ciertos músculos muy perfilados (diartrosis: pectorales y el contacto entre ingles y abdomen), la sonrisa arcaica, los ojos almendrados, los pómulos muy marcados y la melena trenzada con gran geometrización. Como en toda la estatuaria griega, de este o posteriores periodos, no hay rasgos individualizadores que permitan considerarlos retratos, pues lo que se busca es una representación idealizada de carácter universal.
Hermes con Dionissos
Es una escultura griega de mármol con una altura de 213 centímetros que fue esculpida por el escultor Praxíteles del período clásico final.
En la espalda tiene las marcas de los golpes de raspa y del cincel y en el resto de la escultura sólo está pulida de manera parcial.
En los cabellos, desde su descubrimiento, se aprecian pequeñas huellas de cinabrio, un compuesto de sulfuro de mercurio de color rojo, que probablemente no es un color real, sino una preparación para el dorado. El color se encuentra en las correas de la sandalia del pie original, que también presenta restos de dorado; además, la sandalia tiene un dibujo de Heracles, que fue realizado en pintura, y que nace en el motivo tallado de las correas entre los dedos del pie. Los ojos y los labios eran probablemente de color rojo.
En la escultura se han hecho esfuerzos para una restauración de la máxima calidad y respetando la obra original. Así, en la versión que se conserva en el museo de Olimpia, Hermes no tiene los atributos clásicos de llevar un petasos en la cabeza, o bien de ir calzado con sandalias aladas. Que llevara un ornamento de una corona de hierba parece lo más probable. Con la mano izquierda sujetaba otro atributo: probablemente un caduceo. En general, el brazo derecho en alto de Hermes que le falta, ha sugerido diversas interpretaciones. Parece que el grupo es la representación del episodio mitológico de Hermes cuando llevaba a Dioniso a las ninfas de la montaña Nisa. A lo largo del camino, Hermes, para distraer al pequeño Dioniso, agita un objeto con la mano derecha. Por lo tanto, se supone que Hermes llevaba en la mano un instrumento musical, o también podría ser que sujetara un racimo de uva.
En la espalda tiene las marcas de los golpes de raspa y del cincel y en el resto de la escultura sólo está pulida de manera parcial.
En los cabellos, desde su descubrimiento, se aprecian pequeñas huellas de cinabrio, un compuesto de sulfuro de mercurio de color rojo, que probablemente no es un color real, sino una preparación para el dorado. El color se encuentra en las correas de la sandalia del pie original, que también presenta restos de dorado; además, la sandalia tiene un dibujo de Heracles, que fue realizado en pintura, y que nace en el motivo tallado de las correas entre los dedos del pie. Los ojos y los labios eran probablemente de color rojo.
En la escultura se han hecho esfuerzos para una restauración de la máxima calidad y respetando la obra original. Así, en la versión que se conserva en el museo de Olimpia, Hermes no tiene los atributos clásicos de llevar un petasos en la cabeza, o bien de ir calzado con sandalias aladas. Que llevara un ornamento de una corona de hierba parece lo más probable. Con la mano izquierda sujetaba otro atributo: probablemente un caduceo. En general, el brazo derecho en alto de Hermes que le falta, ha sugerido diversas interpretaciones. Parece que el grupo es la representación del episodio mitológico de Hermes cuando llevaba a Dioniso a las ninfas de la montaña Nisa. A lo largo del camino, Hermes, para distraer al pequeño Dioniso, agita un objeto con la mano derecha. Por lo tanto, se supone que Hermes llevaba en la mano un instrumento musical, o también podría ser que sujetara un racimo de uva.
Sarcófago de Junio Basso
Es un sarcófago de arte paleocristiano de mediados del siglo IV d. C., encontrado y conservado en Roma. Es el más famoso de su tipo,1 al tiempo que la gran calidad y variedad de sus tallas hacen de él un interesantísimo testimonio de los primeros siglos del cristianismo.2
Como indica la inscripción que posee, perteneció a Junio Basso (Iunius Bassus), quien fue prefecto de la ciudad de Roma (praefectus urbi) y falleció en el año 359 d. C., contando con 42 años de edad y siendo un neófito (neophytus).
Está tallado en un solo bloque de mármol de Carrara; tiene un largo de 234 cm y una altura de 142 cm.
Mosaicos del emperador Justiniano y la emperatriz Teodora
Estos mosaicos están hechos con teselas, empleando las habituales técnicas romanas del Opus Tessellatum (teselas cúbicas e iguales para el interior) y el Opus Verniculatum (de formas diferentes y empleadas para los detalles).
Entre la larga serie de mosaicos de la iglesia son destacables los dos paños que representan en el interior del ábside a los emperadores Justiniano y Teodora, acompañados de sus respectivos séquitos, realizando una ofrenda en el propio templo.
Los dos conjuntos presentan numerosas semejanzas: todas las figuras aparecen mostradas de frente, de pie con los pies dispuestos en V y con miradas bastante penetrantes, pero hay cierta rigidez en ellos, así como un gran hieratismo y un fuerte simbolismo; todos miran al frente. No existe intención de mostrar profundidad ni perspectiva alguna, sustituida en el mosaico de Justiniano por un fondo de color verde y dorado y, en el de Teodora, por una decoración arquitectónica en la que podemos ver una hornacina. En este caso, a la izquierda, una rica cortina parcialmente descorrida deja entrever la ilusión de un espacio posterior, dispuesto en negro. La única perspectiva que se aprecia es la jerárquica, que hace que el personaje principal (Justiniano y Teodora) estén el el centro, en el eje de simetría y ligeramente más elevado o más alto que el resto de personajes. Todas estas características son propias de la plástica bizantina.
Todos los personajes van lujosamente vestidos, en especial los dos personajes principales. Éstos últimos van ataviados con ricos ropajes, que simbolizan su superioridad en la jerarquía bizantina.
San Miguel de la Escalada
San Miguel de Escalada era un monasterio ubicado cerca del pueblo del mismo nombre, en el municipio de Gradefes, provincia de León, en el Camino de Santiago. Del monasterio se conserva solamente el templo. El monasterio fue consagrado en el año 913 por el abad Alfonso, que había llegado a León junto a otros monjes desde Córdoba.
Es una obra mozárabe, estaría incluida dentro del denominado arte de repoblación. El templo mozárabe fue construido reaprovechando materiales de épocas anteriores, visigótica y romana.
La planta del templo es basilical de tres naves, separadas por arquerías sobre columnas, algunas reaprovechadas, sobre las que descansan arcos de herradura. La cabecera, recta al exterior, alberga tres ábsides de planta ultrasemicircular. Entre las naves y las capillas se encuentra un lugar delimitado por canceles y un airoso iconostasio. Su iluminación sigue la tradición de las iglesias paleocristianas, con ventanas practicadas en el muro volado de la nave central y en los ábsides. Cada capilla se cubre, interiormente, con bóvedas ultrasemicirculares y gallonadas, a la manera de los viejos modelos orientales e islámicos. El resto, se cubria con madera vista, sustituida, en la actualidad, por otra más compleja y algo más moderna. Al exterior, se corona con tejado a dos aguas y una vertiente, con amplios aleros soportados por modillones de rollos.
La torre es ya del siglo XI, con estribos muy gruesos. Originalmente tenía tres plantas. Una puerta con arco de medio punto, que da paso a la capilla de San Fructuoso (también llamada "Panteón de Abades") tiene como tímpano un cancel reaprovechado. En esta torre destaca el ventanal del muro oeste con un doble arco de herradura que, aunque de época románica, imita al que se encuentra en el extremo occidental del pórtico.
Santa María del Naranco
Es una iglesia situada a cuatro kilómetros de Oviedo, sobre la ladera sur del Monte Naranco. Originalmente no se proyectó como iglesia, sino que fue el Aula Regia del conjunto palacial que el rey Ramiro I mandó construir en las afueras de la capital del reino de Asturias, y que se terminó en el año 842. Su estilo artístico es el denominado arte asturiano o "ramirense", dentro del prerrománico.
Consta de dos pisos y trazado rectangular de 20 metros de longitud por 6 de ancho, resultando una planta bastante alargada. En sus lados mayores existen dos salientes de los cuales el del lado norte corresponde a una escalera de dos tiros por la que se accede a la planta superior.
La planta baja consta de un amplio cuerpo central cubierto de bóveda de cañón recorrido por arcos fajones que descansan directamente sobre el muro, por lo que presenta grandes similitudes con la capilla inferior de la Cámara Santa de Oviedo, en la catedral ovetense. Fue posiblemente utilizado como oratorio palatino, aunque se especula con que se tratase de una cámara regia donde se recibiese audiencia, esta teoría se apoya en el bancada que recorre las paredes, y está flanqueado por dos cámaras laterales con cubierta de madera. De estas cámaras laterales la del lado este comunica con el cuerpo central y tuvo funciones de sala de baño (interpretación controvertida) o aljibe, conservando su pila. La del lado oeste solo es accesible desde el exterior, desconociéndose su función, pudiendo haber acogido una garita.
La planta superior fue planta noble, presentando una distribución similar a la de la planta baja. La gran sala central, rectangular y cubierta por bóveda de cañón peraltada atravesada por seis arcos fajones que se apoyan en ménsulas. Está recorrida en sus lados mayores por una arquería ciega que se apoya en dobles columnas de fustes sogueados de origen celta. Se encuentra flanqueada en este caso por dos miradores o tribunas también cubiertos con bóveda.
Al exterior, en sus lados mayores, son visibles los contrafuertes que se corresponden con los arcos fajones interiores. En los lados menores la fachada se estructura en tres pisos, correspondiendo el central a la planta noble, cuyos miradores se abren al exterior mediante tres arcos de medio punto peraltados, en los que el central es ligeramente mayor. Este mismo esquema, a una escala mucho más reducida y estilizada, se repite por encima de ellos, formando el ventanal de dos cámaras a las que no existe acceso excepto con la ayuda de una escalera y su utilidad era de guardar el tesoro del noble
Principalmente el material utilizado es el sillarejo, como es corriente en el arte asturiano.
El resultado es un edificio elevado, esbelto y elegante, modulado por la simetría de los contrafuertes y la gracia de sus arcos de medio punto peraltados, alguna de cuyas soluciones constructivas y decorativas, como las bóvedas de cañón, los arcos fajones, los contrafuertes exteriores o la supeditación de la decoración escultórica a la arquitectura, suponen un claro anticipo del románico.
Consta de dos pisos y trazado rectangular de 20 metros de longitud por 6 de ancho, resultando una planta bastante alargada. En sus lados mayores existen dos salientes de los cuales el del lado norte corresponde a una escalera de dos tiros por la que se accede a la planta superior.
La planta baja consta de un amplio cuerpo central cubierto de bóveda de cañón recorrido por arcos fajones que descansan directamente sobre el muro, por lo que presenta grandes similitudes con la capilla inferior de la Cámara Santa de Oviedo, en la catedral ovetense. Fue posiblemente utilizado como oratorio palatino, aunque se especula con que se tratase de una cámara regia donde se recibiese audiencia, esta teoría se apoya en el bancada que recorre las paredes, y está flanqueado por dos cámaras laterales con cubierta de madera. De estas cámaras laterales la del lado este comunica con el cuerpo central y tuvo funciones de sala de baño (interpretación controvertida) o aljibe, conservando su pila. La del lado oeste solo es accesible desde el exterior, desconociéndose su función, pudiendo haber acogido una garita.
La planta superior fue planta noble, presentando una distribución similar a la de la planta baja. La gran sala central, rectangular y cubierta por bóveda de cañón peraltada atravesada por seis arcos fajones que se apoyan en ménsulas. Está recorrida en sus lados mayores por una arquería ciega que se apoya en dobles columnas de fustes sogueados de origen celta. Se encuentra flanqueada en este caso por dos miradores o tribunas también cubiertos con bóveda.
Al exterior, en sus lados mayores, son visibles los contrafuertes que se corresponden con los arcos fajones interiores. En los lados menores la fachada se estructura en tres pisos, correspondiendo el central a la planta noble, cuyos miradores se abren al exterior mediante tres arcos de medio punto peraltados, en los que el central es ligeramente mayor. Este mismo esquema, a una escala mucho más reducida y estilizada, se repite por encima de ellos, formando el ventanal de dos cámaras a las que no existe acceso excepto con la ayuda de una escalera y su utilidad era de guardar el tesoro del noble
Principalmente el material utilizado es el sillarejo, como es corriente en el arte asturiano.
El resultado es un edificio elevado, esbelto y elegante, modulado por la simetría de los contrafuertes y la gracia de sus arcos de medio punto peraltados, alguna de cuyas soluciones constructivas y decorativas, como las bóvedas de cañón, los arcos fajones, los contrafuertes exteriores o la supeditación de la decoración escultórica a la arquitectura, suponen un claro anticipo del románico.
San Pedro de la Nave
La iglesia, de arte visigodo, de San Pedro de la Nave se encuentra situada en la localidad de El Campillo, en la provincia de Zamora (España). El templo se remonta a finales del siglo VII, pues debió construirse entre los años 680 y 711, es decir, en los años previos a la conquista musulmana, por lo que puede tratarse de una de las últimas obras del arte visigodo.
Las dos estancias, se comunican con el presbiterio mediante una puerta y un vano en forma de triple arco de medio punto con columnillas, estando iluminadas por dos vanos. Según el autor consultado pudieron tener funciones de celdas eremíticas, capillas, sacristía, aulas, estancias de los monjes, etc.; en la actualidad la del lado del Evangelio contiene la pila bautismal.
La nave central, como suele ser habitual, es más alta y ancha que las laterales y está separada de ellas por arcos formeros sustentados en recios pilares. En el lado de la Epístola, está cerrado por un muro. En la nave del Evangelio, dos arcos de medio punto cegados donde se expone el sepulcro de los Santos Barqueros.
Las cubiertas son abovedadas en medio cañón, pero mientras las del cabecero y las de los recintos laterales se conservan en su original estructura pétrea, las de los tramos occidentales de las naves son de ladrillo volteado sobre los primitivos arranques de sillería. Los arcos son de herradura al modo visigótico. De ellos, los dos torales perpendiculares al eje de la nave principal quedan resaltados de los paramentos y apoyan parcialmente en columnas adosadas a los pilares. El arco frontal del ábside es también de herradura algo más cerrado y descansa sobre columnas adosadas a las jambas del hueco.
En cuanto a la decoración, una de las más sobresalientes de la arquitectura visigoda, pueden apreciarse dos tipos de elementos de distinta concepción y debidos a distinto artífice: un ancho friso, que se corresponde con una hilada de sillares, que muestra una sucesión de círculos con variadas figuras vegetales y animales; y los capiteles de las columnas adosadas. Éstos son de una meritoria labra muy superior a la de otras obras antecedentes. Exhiben escenas historiadas extraídas de la literatura bíblica, como Daniel en el foso de los leones o El sacrificio de Isaac. Sus cimacios van decorados por medio de roleos en cuyo interior aparecen figuras de animales e incluso humanas.
En el interior de la iglesia existe además un horologio en forma tabular que se puede hallar inscrito en la piedra de los sillares de la parte izquierda inmediatos al arco toral. Este reloj está incompleto, pero forma parte de una de las joyas que pueden verse en la Iglesia.
El templo presenta la orientación litúrgica habitual con una ligera desviación.
De estilo visigótico, s. VII, su primera traza respondió a una planta de cruz griega, si bien luego se trazaron las dos naves laterales que le confieren el aspecto final híbrido entre la planta basilical y la cruciforme. Posee además una estancia, a cada lado del Presbiterio. El conjunto de todo ello viene a componer una planta rectangular de aproximadamente 16,80 m. por 11,20 m. del que sobresalen tres capillas: la del cabecero que forma un Ábside rectangular, y otras dos en los extremos del transepto.
Las dos estancias, se comunican con el presbiterio mediante una puerta y un vano en forma de triple arco de medio punto con columnillas, estando iluminadas por dos vanos. Según el autor consultado pudieron tener funciones de celdas eremíticas, capillas, sacristía, aulas, estancias de los monjes, etc.; en la actualidad la del lado del Evangelio contiene la pila bautismal.
La nave central, como suele ser habitual, es más alta y ancha que las laterales y está separada de ellas por arcos formeros sustentados en recios pilares. En el lado de la Epístola, está cerrado por un muro. En la nave del Evangelio, dos arcos de medio punto cegados donde se expone el sepulcro de los Santos Barqueros.
Las cubiertas son abovedadas en medio cañón, pero mientras las del cabecero y las de los recintos laterales se conservan en su original estructura pétrea, las de los tramos occidentales de las naves son de ladrillo volteado sobre los primitivos arranques de sillería. Los arcos son de herradura al modo visigótico. De ellos, los dos torales perpendiculares al eje de la nave principal quedan resaltados de los paramentos y apoyan parcialmente en columnas adosadas a los pilares. El arco frontal del ábside es también de herradura algo más cerrado y descansa sobre columnas adosadas a las jambas del hueco.
En cuanto a la decoración, una de las más sobresalientes de la arquitectura visigoda, pueden apreciarse dos tipos de elementos de distinta concepción y debidos a distinto artífice: un ancho friso, que se corresponde con una hilada de sillares, que muestra una sucesión de círculos con variadas figuras vegetales y animales; y los capiteles de las columnas adosadas. Éstos son de una meritoria labra muy superior a la de otras obras antecedentes. Exhiben escenas historiadas extraídas de la literatura bíblica, como Daniel en el foso de los leones o El sacrificio de Isaac. Sus cimacios van decorados por medio de roleos en cuyo interior aparecen figuras de animales e incluso humanas.
En el interior de la iglesia existe además un horologio en forma tabular que se puede hallar inscrito en la piedra de los sillares de la parte izquierda inmediatos al arco toral. Este reloj está incompleto, pero forma parte de una de las joyas que pueden verse en la Iglesia.
Termas de Caracala
Las Termas de Caracalla fueron un edificio destinado a baños en la Roma imperial. Se construyó en la ciudad de Roma entre 212 y 217 d.C, bajo el mando del Emperador Caracalla, se inauguraron con el nombre de Termas Antoninas, pues al emperador Marco Aurelio Antonino Basiano jamás se le conoció en vida con el nombre de Caracalla.
Las Termas de Caracalla se convirtieron en el complejo de baños más lujoso de toda Roma, y su tamaño sólo fue superado por las Termas de Diocleciano. Sin embargo, sus ruinas son las más grandes conservadas hoy. El edificio fue construido en cinco años, lo que supone un logro de la ingeniería romana, considerando el tiempo que tardaron y la enormidad del complejo. Las termas contaban con un gran recinto, de más de 400 metros de anchura entre los ábsides, y una estructura central en donde se encontraban las termas, propiamente dichas. A su alrededor había un amplio jardín. Para el suministro de agua, se desvió hacia los baños un ramal del acueducto Aqua Marcia para abastecerlo, que recibió el nombre de Aqua Antoniniana Iovia.
En el siglo III a. C., en la zona en que serían edificadas las termas, había un amplio estanque conocido como Piscina Pública. Cuando en el siglo III d. C., los baños se terminaron y se inauguraron, reemplazaron la antigua piscina.
Las Termas de Caracalla se convirtieron en el complejo de baños más lujoso de toda Roma, y su tamaño sólo fue superado por las Termas de Diocleciano. Sin embargo, sus ruinas son las más grandes conservadas hoy. El edificio fue construido en cinco años, lo que supone un logro de la ingeniería romana, considerando el tiempo que tardaron y la enormidad del complejo. Las termas contaban con un gran recinto, de más de 400 metros de anchura entre los ábsides, y una estructura central en donde se encontraban las termas, propiamente dichas. A su alrededor había un amplio jardín. Para el suministro de agua, se desvió hacia los baños un ramal del acueducto Aqua Marcia para abastecerlo, que recibió el nombre de Aqua Antoniniana Iovia.
En el siglo III a. C., en la zona en que serían edificadas las termas, había un amplio estanque conocido como Piscina Pública. Cuando en el siglo III d. C., los baños se terminaron y se inauguraron, reemplazaron la antigua piscina.
lunes, 17 de diciembre de 2012
San Vital de Rávena
San Vital (538-547) tiene una planta octogonal y central como los baptisterios bizantinos que seguirán construyéndose en Italia hasta el Renacimiento, cuenta también con nártex flaqueado por torres. Los elementos sustentantes son además del muro, pilares y columnas que, en el interior, soportan la gran cúpula central. Tiene un área principal y central con dos alturas, se poya en grandes pilares en los que se abren hexedras con arcos hacia las naves laterales, hay tribuna. En este espacio central se encuentra la cúpula. En el octavo lado está ocupado por el presbiterio cuadrado y el ábside saliente y más bajo que atraviesa la zona del deambulatorio y de la tribuna. Flanquean este ábside poligonal dos torrecillas rectangulares seguidas de sendas capillas circulares.
Santa Sofía de Constantinopla
El emperador Justiniano eligió al físico Isidoro de Mileto y al matemático Antemio de Tralles como arquitectos, aunque Antemio murió durante el primer año de la empresa.
Su construcción comenzó en el 532 y finalizó en el año 537.
La iglesia de Santa Sofía se separa de la tradición basilical romana para buscar conceptos espaciales más griegos. La nave central tiene 33 metros de anchura y el núcleo básico es un gran cuadrado, en el que cuatro enormes pilares sostienen la monumental cúpula de 31 metros de diámetro y 55 de altura. Lo original es que esta cúpula no se apoya en un muro circular sustentante (Panteón de Agripa) sino sobre cuatro pechinas que sirven de enlace a la planta cuadrada. La cúpula aloja hasta cuarenta ventanas que se sitúan en su arranque y con el fin de aligerar su peso se utilizaron tejas blancas y esponjosas fabricadas en Rodas. El empuje lateral de esta gran cúpula se contrarresta a este y oeste con semicúpulas cada vez más pequeñas y más bajas, sostenidas por pilares que, a su vez, se contrarrestan con tres nichos abiertos entre ellos. Se lograba así un pleno equilibrio con tensión contrapuesta de bovedajes en descenso. En los otros dos lados, al norte y al sur, dos naves laterales abovedadas en medio cañón contrarrestan a la central.
Medina Azahara
Medina Azahara es una cuidad-palacio hispanomusulmán de estilo califal, construido en el siglo X. Fue capital del Califato de Córdoba desde Abd-al-Rahm III. Tras múltiples saquéos y su utilización como cantera artificial, se acabó por destruir casi por completo. Aunque en sus años de explendor fue una ciudad-palacio rica desde el punto arquitectónico y artístico. Debido a la topografía del suelo, que se encuentra en pendiente, la ciudad se construyó sobre tres terrazas superpuestas, que correspondían a tres partes de la ciudad separadas por muros.
La residencia califal dominaba toda el área desde la terraza superior situada al norte. La explanada media albergaba la administración y las viviendas de los más importantes funcionarios de la corte. La inferior estaba destinada a la gente del pueblo y los soldados, allí se encontraban la mezquita, los mercados, los baños y también los jardines públicos.
Se advierte también una notable separación entre los espacios públicos y los privados, aun ofreciendo ambos sectores un esquema similar: un espacio abierto, porticado, actúa como antefachada monumental de una puerta de reducidas dimensiones en la que se inicia una calle o corredor quebrado que va alcanzando a los distintos salones. Los espacios más deslumbrantes son los integrados en la zona oficial, destinada a la actividad política y a la recepción de personalidades extranjeras, sobre todo los Salones de Embajadores, que son dos: el Salón Occidental y el Salón Oriental, asociados ambos a sus correspondientes jardines.
La Aljafería
La Aljafería es un palacio fortificado construido en Zaragoza en la segunda mitad del siglo XI por iniciativa de Al-Muqtadir como residencia de los reyes hudíes de Saraqusta. Este palacio de recreo (llamado entonces Palacio de la Alegría) refleja el esplendor alcanzado por el reino taifa en el periodo de su máximo apogeo político y cultural.
Su importancia radica en que es el único testimonio conservado de un gran edificio de la arquitectura islámica hispana de la época de las Taifas. De modo que, si se conserva un magnífico ejemplo del Califato de Córdoba, su Mezquita (s. X), y otro del canto de cisne de la cultura islámica en Al-Ándalus, del s. XIV, La Alhambra de Granada, se debe incluir en la tríada de la arquitectura hispano-musulmana La Aljafería de Zaragoza (s. XI) como muestra de las realizaciones del arte taifa, época intermedia de reinos independientes anterior a la llegada de los almorávides.
Tras la reconquista de Zaragoza en 1118 por Alfonso I El Batallador pasó a ser residencia de los reyes cristianos de Aragón, con lo que la Aljafería se convirtió en el principal foco difusor del mudéjar aragonés. Fue utilizada como residencia regia por Pedro IV el Ceremonioso y posteriormente, en la planta principal, se llevó a cabo la reforma que convirtió estas estancias en palacio de los Reyes Católicos en 1492. En 1593 experimentó otra reforma que la convertiría en fortaleza militar, primero según diseños renacentistas (que hoy se pueden observar en su entorno, foso y jardines) y más tarde como acuartelamiento de regimientos militares. Sufrió reformas continuas, y grandes desperfectos, sobre todo con los Sitios de Zaragoza de la Guerra de la Independencia hasta que finalmente fue restaurada en la segunda mitad del siglo XX y actualmente acoge las Cortes de Aragón.
Tiene grandes detalles del mundo árabe en su decoración, aquí paso a destacar algunos:
El primero es en el patio, el cual tiene una galería casi total a lo largo de su perímetro, y aquí encontramos dos tipos de arcadas, la primera tiene arcos polilobulados sustentados sobre pilares flanqueados en dos de sus laterales por medias columnas con fuste liso, capitel decorado y cimacio. éstos se agrupan de dos en dos para formar marcos de arcos apuntados más grandes, ue engloban a los arcos más pequeños de dos en dos, y éstos están entrecruzados. Entre los arcos antes mencionados tenemos dos pequeños orificios que hacen de ventanas, las cuales tienen un arco de herradura apuntado. Por encima de todo ésto tenemos la techumbre de teja árabe, cuya sustentación se refuerza con unas ménsulas. Y por otro lado, en los otros dos lados, nos encontramos dos galerías con columna similar a las anteriores, pero con arcadas más amplias, apuntadas, y un forma polilobulada más básica, aunque elegante al mismo tiempo. Entre arcos, nos encontraos las mismas ventanas que en el caso anterior, pero más amplias.
El interior es majestuoso. Arco polilobulado con arcos de medio punto entrecruzados. Las columnas están todas pareadas y con forma corintia y con un cimacio bastante grande. Se ven sustentadas por estas columnas unos arcos polilobulados apuntados, y en detrás de éstos, las vemos entrecruzadas.
Su importancia radica en que es el único testimonio conservado de un gran edificio de la arquitectura islámica hispana de la época de las Taifas. De modo que, si se conserva un magnífico ejemplo del Califato de Córdoba, su Mezquita (s. X), y otro del canto de cisne de la cultura islámica en Al-Ándalus, del s. XIV, La Alhambra de Granada, se debe incluir en la tríada de la arquitectura hispano-musulmana La Aljafería de Zaragoza (s. XI) como muestra de las realizaciones del arte taifa, época intermedia de reinos independientes anterior a la llegada de los almorávides.
Tras la reconquista de Zaragoza en 1118 por Alfonso I El Batallador pasó a ser residencia de los reyes cristianos de Aragón, con lo que la Aljafería se convirtió en el principal foco difusor del mudéjar aragonés. Fue utilizada como residencia regia por Pedro IV el Ceremonioso y posteriormente, en la planta principal, se llevó a cabo la reforma que convirtió estas estancias en palacio de los Reyes Católicos en 1492. En 1593 experimentó otra reforma que la convertiría en fortaleza militar, primero según diseños renacentistas (que hoy se pueden observar en su entorno, foso y jardines) y más tarde como acuartelamiento de regimientos militares. Sufrió reformas continuas, y grandes desperfectos, sobre todo con los Sitios de Zaragoza de la Guerra de la Independencia hasta que finalmente fue restaurada en la segunda mitad del siglo XX y actualmente acoge las Cortes de Aragón.
El primero es en el patio, el cual tiene una galería casi total a lo largo de su perímetro, y aquí encontramos dos tipos de arcadas, la primera tiene arcos polilobulados sustentados sobre pilares flanqueados en dos de sus laterales por medias columnas con fuste liso, capitel decorado y cimacio. éstos se agrupan de dos en dos para formar marcos de arcos apuntados más grandes, ue engloban a los arcos más pequeños de dos en dos, y éstos están entrecruzados. Entre los arcos antes mencionados tenemos dos pequeños orificios que hacen de ventanas, las cuales tienen un arco de herradura apuntado. Por encima de todo ésto tenemos la techumbre de teja árabe, cuya sustentación se refuerza con unas ménsulas. Y por otro lado, en los otros dos lados, nos encontramos dos galerías con columna similar a las anteriores, pero con arcadas más amplias, apuntadas, y un forma polilobulada más básica, aunque elegante al mismo tiempo. Entre arcos, nos encontraos las mismas ventanas que en el caso anterior, pero más amplias.
El interior es majestuoso. Arco polilobulado con arcos de medio punto entrecruzados. Las columnas están todas pareadas y con forma corintia y con un cimacio bastante grande. Se ven sustentadas por estas columnas unos arcos polilobulados apuntados, y en detrás de éstos, las vemos entrecruzadas.
Patio de los Leones (La Alhambra de Granada)
Su nombre procede de los doce leones surtidores de la fuente que ocupa el centro del patio, leones sobre los que descansa la gran taza de forma dodecagonal y que la rodean. Esta fuente, de mármol blanco, es una de las más importantes muestras de la escultura musulmana. En en borde de la taza, se encuentra esculpido un poema de Ibn Zamrak. A comienzos del siglo XVII se le añadió otra taza que en la actualidad se encuentra en el jardín de los Adarves.
(INCOMPLETO)
(INCOMPLETO)
La Mezquita aljama de Córdoba
El edificio se comenzó a construir en el 786 en el lugar que ocupaba la basílica visigótica de San Vicente Mártir. La mezquita fue objeto de ampliaciones durante el Emirato de Córdoba y el Califato de Córdoba. En 1238, tras la Reconquista, se llevó a cabo la conversión de la mezquita en una catedral católica.
En 1523 se empezó la construcción de una basílica renacentista de estilo plateresco en el centro del edificio musulmán.
Con 23.400 metros cuadrados, fue la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la Mezquita de la Meca.
Una de sus principales características es que su muro de la qibla no fue orientado hacia La Meca, sino 51º grados más hacia el sur, algo habitual en las mezquitas de Al-Ándalus.
El acceso a la actual catedral de Córdoba se realiza por la Puerta del Perdón (lado norte), donde se observan las hileras de naranjos y palmeras. Las fuentes y los arcos de herradura que lo rodean junto a la puerta se levanta la mezquita que se compone de tres partes: "El Patio de los Naranjos", que en tiempos del Califato era el "Patio de las Abluciones" y el alminar desmochado parcialmente y rodeado. La puerta de Las Palmas da acceso a la mezquita: con 1.300 columnas de mármol, jaspe y granito sobre las que se apoyan trescientos sesenta y cinco arcos de herradura bicolores. El mihrab, lugar santo que señala la dirección Sur y no hacia La Meca, es un joyel de mármol, estuco y mosaicos bizantinos coloreados sobre fondo de oro y bronce, además de cobre y plata.
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