miércoles, 19 de diciembre de 2012

San Pedro de la Nave

La iglesia, de arte visigodo, de San Pedro de la Nave se encuentra situada en la localidad de El Campillo, en la provincia de Zamora (España). El templo se remonta a finales del siglo VII, pues debió construirse entre los años 680 y 711, es decir, en los años previos a la conquista musulmana, por lo que puede tratarse de una de las últimas obras del arte visigodo.
El templo presenta la orientación litúrgica habitual con una ligera desviación.
De estilo visigótico, s. VII, su primera traza respondió a una planta de cruz griega, si bien luego se trazaron las dos naves laterales que le confieren el aspecto final híbrido entre la planta basilical y la cruciforme. Posee además una estancia, a cada lado del Presbiterio. El conjunto de todo ello viene a componer una planta rectangular de aproximadamente 16,80 m. por 11,20 m. del que sobresalen tres capillas: la del cabecero que forma un Ábside rectangular, y otras dos en los extremos del transepto.

Las dos estancias, se comunican con el presbiterio mediante una puerta y un vano en forma de triple arco de medio punto con columnillas, estando iluminadas por dos vanos. Según el autor consultado pudieron tener funciones de celdas eremíticas, capillas, sacristía, aulas, estancias de los monjes, etc.; en la actualidad la del lado del Evangelio contiene la pila bautismal.
La nave central, como suele ser habitual, es más alta y ancha que las laterales y está separada de ellas por arcos formeros sustentados en recios pilares. En el lado de la Epístola, está cerrado por un muro. En la nave del Evangelio, dos arcos de medio punto cegados donde se expone el sepulcro de los Santos Barqueros.
Las cubiertas son abovedadas en medio cañón, pero mientras las del cabecero y las de los recintos laterales se conservan en su original estructura pétrea, las de los tramos occidentales de las naves son de ladrillo volteado sobre los primitivos arranques de sillería. Los arcos son de herradura al modo visigótico. De ellos, los dos torales perpendiculares al eje de la nave principal quedan resaltados de los paramentos y apoyan parcialmente en columnas adosadas a los pilares. El arco frontal del ábside es también de herradura algo más cerrado y descansa sobre columnas adosadas a las jambas del hueco.
En cuanto a la decoración, una de las más sobresalientes de la arquitectura visigoda, pueden apreciarse dos tipos de elementos de distinta concepción y debidos a distinto artífice: un ancho friso, que se corresponde con una hilada de sillares, que muestra una sucesión de círculos con variadas figuras vegetales y animales; y los capiteles de las columnas adosadas. Éstos son de una meritoria labra muy superior a la de otras obras antecedentes. Exhiben escenas historiadas extraídas de la literatura bíblica, como Daniel en el foso de los leones o El sacrificio de Isaac. Sus cimacios van decorados por medio de roleos en cuyo interior aparecen figuras de animales e incluso humanas.
En el interior de la iglesia existe además un horologio en forma tabular que se puede hallar inscrito en la piedra de los sillares de la parte izquierda inmediatos al arco toral. Este reloj está incompleto, pero forma parte de una de las joyas que pueden verse en la Iglesia.